Divorcio. Suena feo, ¿verdad? De verdad es uno de los procesos más difíciles en la vida de un adulto y hasta para los niños. Puedo dar fe de ello. Pasé por eso. Y aunque fuí yo la que propuso divorciarse, no dejó de ser un proceso decepcionante e incómodo. ¿Por qué? Porque yo no me casé con intenciones de divorciarme. Genuinamente, fuí al altar con la idea de que fuera para toda la vida. Sin embargo, ese matrimonio no llegó a ser lo que esperaba, (seguramente para la otra parte tampoco) conviertiéndose en una carga que lastimaba y haciéndome sentir cada vez peor según iban pasando los años.
No quiero entrar en demasiados detalles. Sin embargo, luego de haber estado casada durante 10 años y llevar poco más de 3 divorciada, creo que será de beneficio para quienes estén pasando por una situación semejante, que comparta lo que aprendí antes, durante y después de un proceso como este.
Esto será una serie de varios posts. No sé cuantos. Tal vez dos, tres…, cuatro. Aquí el primero.
Un pequeño recordatorio…
No te sientas la obligación de leerme. Si te incomoda lo que tengo que compartir, no me leas. Mi intención no es la de incomodar. Por otro lado, tengo otros tipos de escritos que te pudieran interesar como: Casa Limpia con Trampilla y, 5 Maneras en las que Utilizo Downy Ustopables. Busca confiadamente en los archivos. Seguramente encontrarás contenido de interés. Para los que están pasando por un divorcio o pueden manejar la información, comencemos:
Lección #1:
LAS BUENAS PERSONAS TAMBIÉN SE DIVORCIAN (AUNQUE SEAN CRISTIANAS)
Diría que esta es la lección más fuerte y la que me tomó más tiempo internalizar. Verás, vengo de una familia cristiana, rodeada de pastores y líderes; y con toda certeza te digo:
“Un divorcio no te hace mala persona. Tampoco te hace un hijo del diablo. Repito: Divorciarte no te hace un hijo del diablo.”
Una de las cosas que enseña la iglesia tradicional (no con mala intención, pero con pésimas repercusiones) es una equivocada y superficial interpretación de la siguiente porción bíblica:
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” 1Corintios 13:4-8
Confieso que esa porción genuinamente es una de mis favoritas. Sin embargo, se debe tener cuidado con la interpretación que se le da y con la que permitimos se nos enseñe e imponga a nosotros y a nuestras familias.
Don’t get me wrong…
Don’t get me wrong. Aprendí que es bueno agotar todos los remedios existentes para resolver las diferencias en una relación. Es justo y saludable, hasta para uno mismo, el hacer todo lo que está en nuestras manos para que el matrimonio funcione, pero no hasta el infinito y más allá. Todo tiene su límite.
La estrecha interpretación que fomenta la iglesia tradicional, es que la parte que ya está sintiéndose drenada, harta, agotada, y en ocasiones hasta abusada emocionalmente, debe soportarlo todo porque el amor todo lo soporta. Ese es el consejo que muchos líderes (y literatura cristiana) le dan a la persona que va en busca de consejería. Olvidando que la porción bíblica debe ser aplicada a ambas partes. Por lo tanto, entre todas las cosas que se mencionan, también se habrá de aplicar que ninguno de los de los dos debe buscar lo suyo, ni hacer nada indebido.
Un matrimonio se construye. Y esta construcción requiere la entrega y la intención de quienes lo componen. O sea, las dos partes.
El que un matrimonio funcione no es sólo tu responsabilidad.
Si sólo una de las partes es la que lo va a soportar todo, entonces es una sola de las partes la que ama. Si sólo una de las partes es la que ama, la relación se convertirá en una abusiva. Será una relación en la que una de las partes hará todo cuanto le venga en gana (o dejará de hacer todo lo que le venga en gana, porque lo que se deja de hacer también lacera las relaciones) y la otra soportará “en nombre de la fe”, destruyendo su autoestima y salud emocional.
De nada vale que te digan que te aman, si quien lo dice es incapaz de demostrarlo con sus actos todos los días.
Un “te amo” son sólo palabras vanas y vacías si no están acompañadas con hechos que las validen. ¿Que hay días malos? Sí, los hay. ¿Temporadas difíciles? ¡Claro! La vida es dura e injusta. Precisamente por ello el matrimonio debe ser un aparte de los altibajos de la vida. La relación debe ser un espacio estable y de paz para ambas partes.
No te sientas culpable por no querer estar en una relación que te agota física y emocionalmente, y lastima tu autoestima. No está mal que quieras construir diariamente memorias que te llenen de alegría, aún cuando se esté pasando por alguno de los momentos amargos de la vida. Tampoco te hace mala persona el que no quieras soportar la indiferencia, egoísmo, dejadez, abandono (ya sea físico o emocional) o malos tratos. El buscar una estabilidad emocional no te hace “mal@”, aún cuando uno de los pasos para alcanzarla incluya el divorcio (o separarte del padre/madre de tus hijos).
No serás de capaz de amar adecuadamente, ni siquiera a tus hijos, si no te amas a ti mism@ lo suficiente como para cuidarte desde adentro.
That will be it. Al menos por ahora. See you on my next one. 👠💕