10 Primaveras: Carta Abierta a Mi Hija

Carta Abierta a Mi Hija en Sus 10 Primaveras

Diez años no son nada. Hace tan, pero tan reciente te tenía en mi vientre, preguntándome cómo sería ver tu rosto (¡y cómo rayos ibas a salir…! 😲).

Ya hoy, estás hecha toda una jovencita, a punto de entrar a la pubertad. Estoy convencida de que cuado menos me lo espere, estaremos en tus quince y luego, en un pestañear, en la universidad.

¡Wow! El tiempo verdaderamente vuela.

Más alta. Tu rostro ya más juvenil y menos niña. Tú misma has decido usar de vez en cuando sostén y que -aunque boricua- el arroz no es parte de tus comidas favoritas.

Comienzas a experimentar cosas nuevas, como el ser responsable de tus propias tareas, y escoger ciertas amistades, mientras te alejas de otras.

Sé que en ocasiones puedes sentir que soy un poco severa y hasta annoying, pero no dudes, -ni por un instante- que te amo como todo mi corazón y con todas la fuerzas de mi ser.

Siéntate derecha.”

“Don’t baby talk.”

Deja de encorvarte. Eres hermosa y esbelta. Camina con seguridad y no olvides ponerte pantallas.”

“Tú y sólo tu eres responsable de tus notas. Si necesitas ayuda, siempre puedes contar conmigo, pero la responsibilidad, es tuya.

Lava los platos que usaste.

Ni se te ocurra dejar ese reguero.

“La adulta aquí soy yo. Déjame saber si te tengo que dar un pezcozón.”

Te exijo porque sé que puedes. Te exijo porque la vida, aunque maravillosa y llena de oportunidades, es dura y no tiene piedad con quien abraza la pereza y la dejadez. En un abrir y cerrar de ojos, te sorprenderá la adultez y con ella la miseria si no logro que dependiendo de tí misma, te hagas una mujer bien.

Tienes todas las cualidades necesarias para triunfar en la vida. No lo dudes nunca.

Creo en tí.

Sé que eres capaz.

Puedes lograr todo lo que te propongas, siempre que establezcas un plan para alcanzarlo -y trabajes por ello-.

Ya has sido premiada con el aliento de vida, la luz del sol y la lluvia. Esfuérzate por lo que quieres alcanzar. Lucha por tus sueños. Nadie tiene la responsabilidad de darte nada. No siempre las cosas serán a tu manera. Y sólo tú eres responsable de tu felicidad.

Y ya que se acercan esos años con inevitables aires de tensión entre madre e hija, la tan agridulce adolescencia. Años en los que seguramente pensarás que soy anticuada y hasta inflexible. Aprovecho para pedirte, mi niña bonita, que una vez llegada esa temporada, tengas presente dos cosas:

… que te amo con todas mis fuerzas,

… y que, por ese mismo amor, es la disciplina.

Siempre aquí para tí,

Mamá

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