A mi Hija

Mi Niña Bonita:

No hay mucho más que pueda pedir.  Dios me regaló un don hermoso que no ha hecho más que traerme alegrías y buenos momentos.

Que gran muchacha me has salido.

Para nada alardeo de que seas perfecta. Después de todo, se sabe que la perfección es una falacia y la pura santidad, una meta celestial.


Sin embargo, no se puede negar  que eres un ser lleno de luz. 

Aún a tu edad, y en una etapa tan difícil, has sido capaz de conservar una mente abierta, un corazón sano y un comportamiento ético y recto.    Atributos valiosos en una sociedad en la que todos traicionan a todos, no se cumplen promesas, sólo se busca el interés personal y se carece de liderazgo.

Gracias por regalarme tu serenidad, tu compañía, …tu comprensión aún siendo adolescente. 

Gracias por ser un alma joven que apoya y sostiene en momentos de dificultad.

Me has llenado de orgullo una y otra vez.

Todos los días de tu vida.

Le agradezco a Dios el privilegio que me ha dado de poder llamarte Mi Hija.

¿Qué más puedo pedir?

Que Diosito te me llene de salud, y nos conceda a todos los que te conocemos la bendición de tenerte cerca. 


Más allá de la excelencia académica; más allá de la toga y el birrete, las medallas, la esclavina distintiva y todos los reconocimientos; admiro el gran ser humano que eres.

Admiro tu ética,  tu capacidad de tomar decisiones con sabiduría y tu inteligencia emocional.

Nada, absolutamente nada, me infla el corazón más que eso.

Con amor,

Mamá